domingo, 28 de enero de 2024

Notas sobre: El entenado de Juan José Saer (o la historia de un eclipse)

 

El entenado de Juan José Saer (o la historia de un eclipse)
El joven Saer en Santa Fe (s/más datos)

Voy a abordar El entenado desde la perspectiva del eclipse

En esta novela hay claramente tres etapas, Beatriz Sarlo, tratando de refutar el concepto de novela histórica (lo cual logra), habla de tres momentos: primero es el momento de ver, el momento en que el entenado vive con los aborígenes y, agrego yo, momento en que pierde la lengua de origen; el segundo momento, el del relato, que es el de comprender. El tercero es el de concluir; tiempo del inconsciente, de la reflexión y de la escritura. Hasta aquí Sarlo.

Estamos ante una historia con los problemas propios de la narración: la subjetividad de la evocación, el problema de cómo coagular en la memoria eso que Saer supo llamar “la rugosidad de lo visible”, esa memoria falible y selectiva que deberá estructurar en un relato y que,  como cualquier narración que tiene que ver con la memoria, no puede ser de otra manera que engañosa; cito: “recuerdos y sueños están hechos de la misma materia y bien mirado todo es recuerdo” Y más adelante dice: “de esta manera sueño, recuerdo y experiencia rugosa se deslindan y se entrelazan para formar como un tejido impreciso, lo que llamo sin mucha euforia mi vida.”

Estos recuerdos, que narra un hombre ya viejo, van a ser plasmados en una lengua recuperada. Hay un movimiento cíclico en la vida de este grumete y en cada una de las tres etapas de su vida, un episodio con el lenguaje. Cuando llega al Río de La Plata, en su estancia con la tribu pierde su lengua natal y luego, al volver, debe reaprenderla. Me resulta inevitable vincularlo con las etapas luz/oscuridad/luz de un eclipse. La lengua es protagonista y está aquí tratada también como lugar. La pérdida y la recuperación de la lengua está mediada por el desplazamiento (como en un eclipse) Los ciclos están mencionados con frecuencia a lo largo de la novela: la costumbres reiteradas a tiempos regulares de los indios, los  acontecimientos periódicos de la naturaleza y, sobre el final, la alternancia de las aceitunas verdes y negras que come el viejo cada noche

“Como alterno, por pura costumbre, las aceitunas verde
s con las negras, los dos sabores, uno sobre el otro, me traen la imagen, regular, de rayas verdes y negras que van pasando, paralelas, de la boca al recuerdo”

En el extraordinario final se relata el recuerdo del eclipse y yo creo que la historia se presenta como la historia de un ciclo lumínico hecho de lugar y de lenguaje; en última instancia, "El entenado", se revela como una obra de desplazamiento, donde el lenguaje es el medio que posibilita el pasaje a través de estos ciclos.

Virginia Caramés 

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